El discurso de las nieblas

Transcripción (con unas pequeñas correcciones y actualizaciones ortográficas y de uso de mayúsculas) del discurso pronunciado por Torcuato Fernández-Miranda en 1974-01-05, al cesar como presidente interino del Gobierno de España.

El conocido como «discurso de las nieblas» contenía un velado mensaje para el jefe del Estado, que este sin embargo captó sin dificultad.

Casi cincuenta años después de las elegantes, cultas, nobles y rotundas palabras de Torcuato Fernández-Miranda, en la privilegiada casta política del actual régimen partitocrático de España reinan la superficialidad, la incultura, la zafiedad, la mentira, el relativismo, la inmoralidad, la falta de preparación y de educación…

Se ha dicho que soy un hombre sin corazón, frío y sin nervios. No es verdad. Lo que sucede es que soy asturiano. Y los asturianos tenemos cierto miedo al corazón y al sol. Sí, al corazón y al sol. En las tardes abiertas de cielo raso, cuando el sol luce con toda su fuerza, los asturianos sabemos que a la caída de la tarde las nieblas y las nubes surgirán de las entrañas de la Tierra o desde la invasión de la mar. En esos atardeceres, los valles, las montañas y senderos se hacen peligrosos.

Hay quien dice que entre la densa niebla cabalgan las brujas. Solo los altos picachos cubiertos de nieve, erguidos, logran librarse de las nieblas, y no siempre.

Los asturianos sabemos también, es un saber ancestral, que de la olla hirviente del corazón vivo pueden surgir nieblas que turben la cabeza. Por eso se nos enseña a tener embridado el corazón, sujeto, y en su sitio.

Desde mi corazón quiero hoy, en este acto de relevo, reafirmar mis fidelidades esenciales.

He distinguido siempre entre lealtad y fidelidad. La lealtad es aquella virtud social que impone un comportamiento claro y limpio, basado en la veracidad, que surge de un compromiso de honor.

Hoy hablo de una lealtad más profunda: de aquella que surge de la fidelidad; aquella que determina un comportamiento que nace de la fe en la persona a quien se sirve.

Afirmo de modo rotundo mi lealtad, basada en la fidelidad, al caudillo Franco. Nunca agradeceré bastante el honor de estos cuatro años de servicio y aprendizaje a su lado.

Afirmo mi lealtad, basada en la fidelidad, al príncipe de España, expresión perfecta del limpio y claro futuro de nuestra patria. Y afirmo esta fidelidad de modo radical e inequívoco.

Afirmo mi lealtad desde la fidelidad al ejemplo vivo del almirante Carrero Blanco. De este ejemplo surge mi talante futuro en el comportamiento político que hoy inicio. No termino, continúo un nuevo caminar político al servicio del pueblo.

Lealtad desde la fidelidad al pueblo español. A este espléndido pueblo español a quien tengo el orgullo de pertenecer. Le he servido y le serviré desde el amor a España. A esta España que amo sobre todas las cosas.

Tengo el orgullo de haber servido al Estado, encarnación de la soberanía del pueblo. Tengo y tendré el orgullo de la ética del Estado.

Pido perdón a todos. Pido perdón, sobre todo, a mis colaboradores. Servir desde la veracidad es duro, por eso pido perdón.

Tengo el honor de hablar también en nombre de mis compañeros que hoy son relevados en su cargo y responsabilidad. En su nombre y en el mío te digo a ti, señor presidente del Gobierno, que te deseo, que te deseamos a ti y a tu Gobierno los mayores éxitos en el servicio a España. Tú sabes que quedo a tus órdenes, señor presidente, desde una sincera estima a tu persona.

Y ahora para terminar quiero, desde mi corazón ardiente y vivo, gritar nuestro entrañable grito:

¡Arriba España!

Fuentes: