Un día para ver lejos

Transcripción de las palabras de Federico Jiménez Losantos en su programa Es la mañana de Federico, pasadas las 7:00 del día 2020-10-12:

Nunca. Nunca, que yo recuerde, ni en la dictadura ni en la democracia, habíamos vivido un día de España [tan]… Hoy es el día de El Pilar, es la fiesta nacional. Antiguamente se llamaba el Día de la Raza, pero se lo pusieron en América, porque esto de «raza» era un concepto muy amplio: era como el grupo, el pueblo, no llegaba a la etnia. De hecho los españoles, y los hispanos en general, siempre nos hemos mezclado tanto que tenemos todas las razas juntas. Cuando dices «hispano» en América ellos creen que es «mexicano», digo, los anglosajones… no sé, los que votan Biden y tal. Pero es mentira […] Llaman hispanos a los mexicanos. Tú ves un argentino, tan hispano como un mexicano, y es rubio, de ojos claros, como un señor de Asturias; tú ves un cubano y te puede salir negro como el tizón o blanco como… pues como Silvia, que es de La Coruña, porque hay muchos gallegos que… bueno, pero muchísimos gallegos y asturianos que hicieron la… esa especie de repoblación que llamó oficialmente «blanqueamiento» la isla en los años [19]20, [19]30, y que tanto contribuyeron a su prosperidad. Y después a la de Miami, cuando se tuvieron que ir de allí, a patadas, por el tirano —también gallego, por cierto, de padre gallego—, desnaturalizado y abyecto Fidel Castro, Raúl Castro y otros… otras excrecencias humanas. De manera que lo hispano no es ni una raza, no es un color, pero sí es una tradición, sí es una cultura, y sí es una raíz española. Los que se avergüenzan de su raíz… pues pobres desgraciados. A mí me gusta saber quién fue mi padre, y quién fue mi madre. Hay a quien no, a quien le molesta, que dice «no, yo voy a elegir»; venga, pues para ti Mandela y yo me quedo en Orihuela del Tremedal.

Vivimos en tiempos de impostura, vivimos tiempos de mentira sistemática. La gente ya miente sobre sí misma, sobre su padre, sobre su madre, sobre su historia. Todo para quedar bien, por el qué dirán. Todo porque «¡Ay, ay, ay! Ay, que… Ay, no sé. ¡Ay, ay!». Vivimos épocas de «ay, no sé», de miedo. El miedo se ha instalado en Occidente.

Han hecho mezquita nada menos que la catedral de Santa Sofía. Todavía hay cretinos, jenízaros, gentuza, que la antigua catedral cristiana de Córdoba, luego mezquita y luego de nuevo catedral (pero, repito, primero catedral, que para cuando nació Mahoma llevábamos siete siglos de cristianismo en España —siete, no está mal—), bueno, pues hay imbéciles que creen que pueden tornar a una de las épocas menos civilizadas de la historia de España, que fue sin ninguna duda la del islamismo.

España es el único país, el único gran país de Occidente, que tras estar prácticamente ocupado por el islam le dio la vuelta a la situación, reconquistó la península, reconquistó geográficamente el viejo solar de Hispania y además luego se convirtió en una potencia mundial. Y descubrió, conquistó, evangelizó, civilizó América. Por supuesto, hay quien prefiere descender de los que hacían… —por ejemplo, un español que no hay más que verlo para ver que es español, español corrompido, López «Cobrador»—, prefieren descender de los que hacían sacrificios humanos; tiene una señora que es vagamente suiza; esa se cree, se quiere [creer] totalmente azteca. Bueno, estamos en la superchería permanente. Allá ellos. O sea, hay un momento en la vida en que uno no puede perder el tiempo con tanto imbécil.

Pero hoy es el día de España. España es algo mucho más importante que la mayoría de los que estamos, salvo nuestra vida, naturalmente, porque aquí estamos, entre otras cosas, porque somos españoles. Si no fuéramos españoles, pues… pues hombre, no tendríamos a Velázquez; no tendríamos El Quijote, que de todas maneras tampoco leen en las escuelas. Pero es que tampoco tendríamos a Valle Inclán, no habríamos leído nunca el Romancero, no podríamos hablar de Trajano, no tendríamos el arco de Bará ni el acueducto de Segovia… ¿Qué tendríamos? Pues no lo sé. Si hubiéramos nacido en Namibia, una gran extensión. Pero aquí tenemos la Tierra de Campos, que es muy bonita y no ocupa tanto espacio. No tendríamos el románico, no tendríamos el gótico; no tendríamos nuestras grandes catedrales; no tendríamos Burgos, Sevilla, Toledo… León. No tendríamos los hospitales de los Reyes Católicos; no tendríamos El Escorial; no tendríamos el Palacio Real, una joya del [siglo] 18, el palacio más bonito del mundo. Tampoco habríamos tenido nuestras malditas guerras civiles, en el [siglo] 19, pero ¿qué país no las ha tenido? Tampoco tendríamos la palabra «liberal», que es una palabra española, nacida precisamente para crear un régimen constitucional, hace más de doscientos años, en las Cortes de Cádiz, rodeados por entonces el ejército más poderoso del mundo, el ejército maldito del maldito Napoleón Bonaparte, que en el infierno yace, y que fue envenenado por el servicio, cosa que me parece un final abyecto muy adecuado a los males que perpetró. Tampoco tendríamos el siglo 20: no tendríamos a doña Emilia Pardo Bazán, no tendríamos a don Benito Pérez Galdós, no podríamos leer Fortunata y Jacinta ni los Episodios nacionales, porque no tendríamos Episodios nacionales. Y así, hasta la guerra.

Y, en la guerra, tampoco tendríamos dos bandos, a veces heroicos, a veces miserables. Donde ganó el menos malo, o el más bueno, según se mira, y gracias a lo cual España no está como Rusia. En Rusia ganaron los rojos a los blancos. En España ganaron los blancos a los rojos. ¡Bendito sea Dios! Con todo respeto para los dos bandos que lucharon.

Se cuenta una anédocta de Franco, y es que, en la batalla del Ebro, cuando ya estaba vencida la guerra, vamos, «vencida», «vencida» porque venció, como en todas las batallas… Franco era un general «tan malo» que ganó todas las batallas de la guerra. […] hay un libro de un pobre hombre, Blanco Escolá, que se llama Vicente Rojo, el general que humilló a Franco. De vez en cuando para… no sé, veo las últimas mamarrachadas del moñas [de Pablo Iglesias] y digo: «espera, voy a reírme un poco», y entonces pongo «Blanco Escolá». Vicente Rojo humilló tanto a Franco que perdió todas las batallas contra Franco, es la humillación que todo general querría. Bueno, pero eso es la biografía que se hace. Esa es la basura que producen las universidades españolas, con algunas excepciones; las editoriales españolas, con algunas excepciones; los medios de comunicación, con casi ninguna excepción…

Pero cada cual tiene la responsabilidad que tiene. Hombre, Nadal ganó ayer. Algo tendríamos que tener. […].

Pero España, que consiguió una transición extraordinaria, después de una segunda parte de la dictadura, que los pocos que estábamos en el antifranquismo de verdad, que podíamos ser entre mil y dos mil en España, ¡no había más! Todo lo que viene después es pura farsa, pura bambolla y pura mentira. Eso de que era oposición democrática… ¡por las narices! Lo que queríamos era el socialismo, no la democracia; pero bueno, si no queda más remedio, la democracia, el destape y esas cosas, pues apetecían… la libertad. Y una vez pruebas la libertad, soltarla ya es difícil, ¿eh?

España ha tenido más de cuarenta años de aprendizaje de la libertad, pese a los comunistas y separatistas; la ETA, el peor, que es una mezcla casi perfecta de asesinos, racistas, comunistas y separatistas. O sea, eso que llaman ahora el discurso del odio, pues el odio hecho pistola. Y ahí están, en el Gobierno, mandando, negociando con el Gobierno hasta la reforma laboral, los pistoleros. Ahí está Otegui, pistolero jefe, mandando en España.

España está en una situación lamentable, después de cuarenta y tres años y un éxito económico espectacular. Uno de los problemas que tiene España es que todo nos ha sido muy fácil, muy fácil, en los últimos sesenta años. Pasamos de la dictadura a la democracia sin pegar un tiro. Todo fue de la ley a la ley. La gente conservó su vida, su hacienda, su prestigio, nadie fue perseguido por sus ideas, ni los de un lado ni los de otro, volvieron los que quedaban del exilio (muchos ya habían vuelto, la inmensa mayoría ya había vuelto y tenía nietos), las familias se reagruparon… Y casi todo el mundo tiene familia de los dos lados.

Solamente un personaje siniestro, cuyas penas en el infierno debería compartir con Lenin y con el papa actual, José Luis Rodríguez Zapatero, personaje siniestro, criminal, fue el que se empeñó en resucitar la guerra civil. ¿Para qué? Para darse pote, para cobrar comisiones del narcocomunismo (como se está forrando ahora) y, sobre todo, para darle la vuelta a la Historia. La Historia no tiene vuelta atrás. Franco podía haber sido tan guapo como César, pero la verdad es que vivió mucho más; y ser tan elocuente como Cicerón, pero nadie lo mató. Y Juan Carlos podía no haber robado, ¡pshe!, pero robó; a cambio hizo la Transición, que a ver quién la hace si no es un Borbón «echao palante». Y tenemos un rey extraordinario —es más, con ese padre, milagroso—, que ha dado la cara cuando nadie la daba.

Tenemos una casta dirigente que es una «castuza». En el Gobierno, lo peor. Y en la oposición, tampoco muy buena: el nivel, bajo; intelectualmente, nulo; moralmente, mejor que los que están en el poder, porque es imposible peor, pero vamos, regularcito.

Pero el problema de los ciudadanos en España es que estamos acostumbrados a pedirlo y que nos lo den hecho. Como nos dieron hecha la democracia, como nos han dado hecha la prosperidad, como nos han hecho los aeropuertos y las autopistas… y todo sin esfuerzo, pues claro, no valoramos lo que tenemos; ni lo que somos, porque ya se ocupan algunos de borrarlo; ni lo que tenemos, porque a este paso nos lo quitarán todo. Es igual. Cada cual es responsable de su vida. A veces te va bien en un país, a veces te va peor.

Yo creo que poder leer el Romancero es ya una cosa para felicitarse. Si alguien cree que esto de España es complicado, pues se acerca al Quijote, y entonces dices: «¡Leche! ¡Oye! A ver, ¿eh?». Es así.

Hoy es el día nacional de España. Y hoy está el rey solo, rodeado de gentuza que debería estar en la cárcel. Pero la política es así. ¿Qué tenemos que hacer los ciudadanos? Cada uno lo que pueda. Eso que se decía antiguamente, que en realidad Kennedy lo copió: «No preguntes lo que puede hacer tu país por ti, sino tú por tu país». No, no preguntes lo que puede hacer [Santiago] Abascal, lo que va a hacer [Pablo] Casado, y lo que pudo hacer Inés [Arrimadas], olvídate. Haz lo que tengas que hacer. Nosotros hacemos este programa […]. Y hoy es un día para ver lejos, estar satisfechos de ser españoles y maldecir la clase de gentuza que quiere cargarse esta herencia nuestra. No lo van a conseguir.